de PopCapGames
No se si mucha gente conoce lo que es PopCapGames, igual a lo largo de la entrada más de uno recuerda haber caído de una manera o de otra en sus redes. Yo los conocí a través de yahoo (y Verillo) y por medio del Diamond mine un enganchante juego que consiste en hacer “trios” de joyas iguales. Las fichas, solo se pueden mover horizontal y verticalmente y cuando tienes tres o más ligadas, las fichas desaparecen y caen nuevas que te permiten nuevas combinaciones. Ahí empezó mi caída.
Otro de mis enganches fue con el Insaniquarium, un epiléptico juego que convierte tu pantalla en un acuario. Con una pequeña cantidad de dinero, compras un par de peces y los vas alimentando (tal cual). Cuando los peces van creciendo, empezarán a cagar monedas (¿por qué no?), que tu tienes que recoger para seguir comprando comida y más peces, muchos peces. Porque cuantos más peces tengas más monedas recogerás y más delirante será el juego. Finalmente las pantallas terminan con 387 peces que bloquean el procesador de tu PC, que no es capaz de soportar tanto pez amarillo que va de un lado a otro de tu pantalla. Poco a poco, hasta que consigas el dinero suficiente para pasar de pantalla irán muriendo, porque tu dedo no dará abasto en el botón derecho del ratón entre tanta moneda cagada y tanto bicho que alimentar.
Luego llegó, no recuerdo si exactamente en ese orden, el Rocketmania. El jueguecito de marras consiste en lanzar petardos conectando los explosivos con las mechas. Cuantos más se lancen a la vez, más puntos, y lo que es más importante, más aplausos del público. Cuando me cansé fui a por el Big Money, en el que paredes de monedas tienen que desaparecer gracias a tu estrategia, eliminándolas cuando están agrupadas en grupos de dos o más. Aquí has de planear cómo van a caer las monedas y cualquier movimiento puede ser fatal.
Más adelante, llegó a mis manos The 7 Wonders, con lo de moda que está ahora con lo de la Alhambra, no pude decir que no. Este juego es una versión mejorada del Diamond mine. La historia es la misma, pero con las piezas que van cayendo, unos operarios enanos van construyendo las 7 maravillas del antiguo mundo, así es. El Dynomite, que tantas monedas de 5 duros me costó en mi juventud (aunque en formato burbujas y no huevos de dinosaurio), también provoca la necesidad de chutes constantes. Los juegos de palabras, como el Bookworm tienen la pega de estar solo en inglés, y hay que estar muy al loro con el idioma para conseguir llegar lejos.
Luego vino el Alchemy, el Astropop, el Zuma, por los que pasé de refilón pero que también ocuparon un par o tres de tardes de mi vida. Y ahora estoy con el Peggle, que consiste en lazar una bolita con mucha habilidad para que vaya apagando bombillas, una especie de flipper con unos finales delirantes.
Aun me quedan muchos juegos por explorar, la verdad es que cuando salgo de una temporada muy enganchada suelo desconectar un poquito. Porque son muchas las horas invertidas y muy fuerte la sensación de poder haber construido en todo el tiempo empleado una reproducción de la torre de Pisa con palillos, a tamaño natural.
Uno de los ingredientes que hacen que no puedas dejar de jugar, o al menos de las que te enganchan en un principio (y que consiguen que apagues el interruptor del sentido común de tu cabecita) es que, cuando terminas una pantalla hay junto a tu puntuación un adjetivo calificativo. Que te califica a ti, a tu partida, a lo que has sido capaz de hacer. Y claro, al principio como jugador poco cualificado recibes puntuaciones míseras… lo que lleva a que el juego te diga cosas como:
“Eres un simple repartidor de comida a domicilio”¿Cómo que un repartidor? ¿Pero qué es eso? ¿Cómo se atreve este perro-unicornio-de colores-con alas a llamarme A MI, A MI (que me pegué cuatro años currando en Telepizza) repartidor? De eso nada, ¡se va a enterar! Derribaré este muro de monedas aunque sea lo último que haga.
¿Ah si? Pues ya la has cagado, y no serás repartidor de pizzas, pero llevas todo el camino para un yonqui de videojuegos estúpidos: gran decisión.
Vamos, que no dejo enlace ni nada de nada, porque esto no se lo deseo ni a mi peor enemigo. Lean libros, amigos, lean libros.
Eso sí, tienes cualquier problema siéntate un rato con alguno de estos juegos y te olvidarás de todo lo que te rodea. Y que sepas que la sensación de que cualquier cosa, cualquiera, puede esperar a una partidita más no desaparece nunca. Y que la frase: “una más y vale”, nunca tuvo menos credibilidad. Allá cada uno.
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mjmontes -
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